Por: Jennifer Rios | @unahijadevenus
"Dudé hasta último momento en ir a votar porque, como siempre, ando postergando decisiones importantes en mi vida", dice Ornella mientras corre hacia la escuela donde le toca poner su sobre en la urna.
Al igual que ella, muchas mujeres se enfrentaron ayer a una decisión que va más allá de marcar una boleta: ejercer su derecho a elegir en un contexto que históricamente les negó el voto, una posibilidad de igualdad.
¿Pero qué pasa cuando postergar decisiones se vuelve un patrón que va más allá de lo electoral? ¿Y qué pasa cuando las opciones que tenemos para elegir están condicionadas por otros, en lo que parece una aparente elección consciente?
Los mandatos que condicionan nuestras decisiones
Para entender por qué muchas mujeres dudan al momento de decidir, es importante mirar las estructuras culturales que moldean nuestros comportamientos desde la infancia.
Según Geert Hofstede, antropólogo holandes conocido por sus estudios sobre dimensiones culturales "los roles de género sociales son claramente distintos: los hombres deben ser asertivos, duros y estar centrados en el éxito material; las mujeres deben ser modestas, sensibles y estar preocupadas por la calidad de vida".
Estos mandatos culturales se traducen en nuestra vida cotidiana de formas muy concretas. Como explica Lala Pasquinelli, abogada y activista feminista, creadora del proyecto “Mujeres que no fueron tapa”, sobre los consumos actuales de las infancias y adolescencias:
"A mí lo que me interesa es lo que le estamos disponiendo en términos de opciones identitarias. Una piba que está todo el día poniéndose la crema, el maquillaje, obsesionada pensando en su imagen corporal, claramente no va a desarrollar otras posibilidades, no se está pensando de otra manera. Esa escasez de opciones para la identidad es lo que a mí me preocupa."
Aprendiendo a dudar desde la infancia
La socialización diferencial de género es un fenómeno arraigado en las expectativas sociales que dictan cómo deben comportarse niñas y niños desde una edad temprana.
Esta práctica implica la transmisión de normas que refuerzan roles tradicionalmente asociados con el género, asignando a cada grupo, mujeres y hombres, responsabilidades y comportamientos específicos.
Hoy, este proceso se ha intensificado a través de las redes sociales. En plataformas como TikTok se amplifica un mensaje donde las niñas de edades cada vez más tempranas son atravesadas por los consumos de una belleza que no necesitan y que perjudican su salud, acelerando su metabolismo, entre otras cosas.
Como observa Pasquinelli, esta "escasez de opciones para la identidad" que comienza en la infancia se traduce después en una dificultad para tomar decisiones autónomas en la adultez.
Si desde pequeñas aprendemos que nuestro valor está en cómo nos vemos y en no "molestar", no es casualidad que después dudemos al momento de poner precio a nuestro trabajo, definir una relación o elegir por quién votar.
Del ámbito privado al público: cuando lo personal se vuelve político
Ornella lo sabe bien. Esa misma indecisión que la tuvo corriendo hacia la urna, es la que la paraliza cada vez que un cliente le pregunta cuánto cobra por el diseño de un sitio web.
En un mercado que es cada vez más competitivo y sobre todo, que cree que lo artificial puede sustituir años de profesionalismo, ¿Que le queda a una mujer como ella en ese campo de batalla que le enseñó a priorizar el estado de sus uñas y pestañas en vez de enseñarle inteligencia financiera?
La próxima vez que dudemos a la hora de tomar una decisión importante, vale la pena preguntarnos: ¿Es realmente nuestra indecisión o son años de socialización que nos enseñó a priorizar todo menos nuestra propia voz?